sábado, 8 de marzo de 2014

DÍA DE LA MUJER




La Revolución Francesa de 1789 estableció una serie de derechos que eran válidos para todos los ciudadanos. Pero, al parecer, se consideraba que los ciudadanos eran los hombres. Sin embargo, durante la Revolución Francesa surgieron las primeras reivindicaciones a favor de la mujer.

- Ya era hora.

- En 1787, el filósofo ilustrado Condorcet publicó un tratado sobre los derechos de la mujer. Creía que las mujeres debían tener los mismos “derechos naturales” que los hombres. Durante la Revolución de 1789, las mujeres tuvieron un papel extremadamente activo en contra del antiguo régimen feudal. Por ejemplo, fueron ellas las que forzaron al rey a abandonar su palacio de Versalles. En París se formaron grupos de mujeres. Además de pedir los mismos derechos políticos que los hombres, también reclamaron cambios en las leyes del matrimonio y la condición social de la mujer.  

- ¿Y obtuvieron estos derechos?

- No. Como ha pasado tantas otras veces, la cuestión de los derechos de la mujer emergió en los momentos más álgidos de la Revolución, pero cuando las cosas se tranquilizaron y se formó un nuevo régimen, se volvió a introducir la vieja sociedad machista.

- ¡Qué típico!

- Una de las que más luchó a favor de los derechos de la mujer durante la Revolución Francesa fue Olympe de Gouges. El 1791, publicó una declaración sobre los derechos de la mujer, donde pedía los mismos derechos para las mujeres que para los hombres.

- ¿Y qué pasó?

- Fue ejecutada. Y se prohibió toda actividad política a favor de la mujer.

- Que vergüenza.

- No fue hasta finales del s.XIX que la lucha de la mujer adquirió gran importancia, no sólo en Francia si no también en el resto de Europa. Poco a poco, la lucha fue obteniendo sus frutos. En Noruega por ejemplo, las mujeres no pudieron acudir a las urnas hasta el 1931. Y en muchos lugares del mundo, todavía tienen que luchar por cosas elementales.

- Tienen mi soporte.


Hoy 8 de marzo: 
Día Internacional de la Mujer







"Jamás se regresa."

No te enamores de una mujer que lee, de una mujer que siente demasiado, de una mujer que escribe.
No te enamores de una mujer culta, maga, delirante, loca. No te enamores de una mujer que piensa, que sabe lo que sabe y además sabe volar; una mujer segura de sí misma.
No te enamores de una mujer que se ríe o llora haciendo el amor, que sabe convertir en espíritu su carne; y mucho menos de una que ame la poesía, o que se quede media hora contemplando una pintura y no sepa vivir sin la música.
No te enamores de una mujer a la que le interese la política y que sea rebelde y sienta un inmenso horror por las injusticias. Una que no le guste para nada ver televisión. Ni de una mujer que es bella sin importar las características de su cara y de su cuerpo.
No te enamores de una mujer intensa, lúdica, lúcida e irreverente. No quieras enamorarte de una mujer así. Porque cuando te enamoras de una mujer como esa, se quede ella contigo o no, te ame ella o no, de ella, de una mujer así, jamás se regresa..."


Martha Rivera Garrido, poeta dominicana.



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