Nacemos, crecemos, alcanzamos el apogeo, decaemos y
morimos. ¿Será que la vida sólo se reduce a eso? A veces da por pensar que la
vida no tiene valor, es algo insignificante. Un día moriremos y la humanidad no
sentirá nuestra falta. La humanidad va a morir y el universo no sentirá su
falta. El universo va a morir y la eternidad no sentirá su falta. Somos
irrelevantes, mero polvo que se pierde en el tiempo. Pero, otras veces, me da
por pensar que al final todos nacemos con una misión, todos representamos un
papel, todos formamos parte de un gran plan.
Puede ser un papel minúsculo, puede parecer una misión
irrisoria, tal vez hasta la consideremos una vida perdida, pero, en resumidas
cuentas, quien sabe si algo tan minúsculo podrá revelarse como una migaja
crucial en la concepción del gran pastel cósmico. Somos minúsculas mariposas
cuyo frágil batir de alas tiene tal vez el extraño poder de generar lejanas
tempestades en el universo.
Puede que jamás lleguemos a desvelar el misterio de la
vida, de la existencia, del universo, de Dios. De todo.
JOSE RODRIGUES DOS SANTOS
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