No estoy de acuerdo con creer en un camino hacia la
perfección al que sólo puedan acceder los que pertenezcan a un club exclusivo
que le deniegue la entrada a elementos o grupos “indeseables”. También he
llegado a la conclusión de que no creo en el intento de ponerle fin al
sufrimiento a través del rechazo o la renuncia a la vida física, el cuerpo y la
tierra como hacen muchos Padres de la Iglesia. Uno no puede estudiar la
historia de las religiones del mundo sin darse cuenta de que siempre que se
excluye o denigra el cuerpo ocurren cosas extrañas, y reaparece el antiguo
sacrificio religioso de vírgenes y primogénitos, con la esperanza de que su
sangre y pureza calmen a los dioses, que ahora ha sido reemplazado, tan
humanamente, por la ofrenda de un cordero o el Cordero de Dios en persona.
En mi opinión, las religiones que consideran que el
hombre es valioso y la mujer es una tentadora al servicio de las serpientes,
que valoran el alma y consideran que el cuerpo es un saco de sangre, flema,
suciedad y excremento, contribuyen a los desequilibrios que existen hoy en el
mundo.
MARGARETH A. SALINGER
( Hija de Jerome David Salinger )
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