Daniel Delfín puso en práctica lo que el mar le había enseñado. Mejoró sus técnicas de surf y cada día aprendía una nueva lección.
Daniel utilizó este mismo conocimiento para afrontar las
dificultades que encontraba en la vida, y descubrió que las cosas se resolvían
con mayor facilidad.
En su corazón sabía que todas las cosas que compartía con
el mar eran un medio para alcanzar algo importante, espiritualmente más elevado
que todo cuanto había experimentado con anterioridad. Buscaba la ola perfecta,
aquella que algún día llegaría para mostrarle el verdadero propósito de su
vida. Así que en los días que siguieron, Daniel intentó comprender adónde le
conducía su sueño. No sólo buscaba surfear bien, sino que escuchaba a su
corazón cada vez que dominaba una nueva técnica que daba mayor soltura a sus
movimientos. se esforzaba y prestaba atención a cada detalle.
Había comenzado a practicar en la parte exterior del
arrecife, una región del atolón en la que ningún delfín se había aventurado, un
área prohibida por la Ley de la manada. Y cuando la desesperación estaba a
punto de vencerle, recordó lo que el mar le había dicho:
Llega un momento en la vida en que
no hay nada más que hacer,
sino seguir tu propio camino…
Recordó el momento en que el mar le reveló esas palabras
por primera vez. Pero ahora, una luz iluminó el corazón de Daniel, y finalmente
entendió lo que el mar había estado tratando de decirle. Entendió el porqué de
tanto entrenamiento, de todas las horas dedicadas para mejorar su técnica e
incrementar su confianza y fortaleza.
Debía dar el gran salto a lo desconocido, lejos de la
seguridad de su arrecife, hacia un lugar en el mundo donde las reglas que
gobernaban la manada no tuviesen significado o valor. Para hallar el verdadero propósito
de su vida, Daniel delfín necesitaba desprenderse de todo aquello que le
impusiera límites.
- ¡Ahora lo comprendo! –exclamó en tono triunfal-. La ola
perfecta no vendrá a mí. ¡Soy yo quien debe hallarla!
SERGIO BAMBARÉN, nace el 1 de diciembre de 1960, en Perú
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